ESTRELLAS
-Hola Helia.- Seguía poseyendo aquel cantarín timbre de voz, bello, pero nada comparable al de Chris.- ¿Ha ocurrido algo?
Tomé aire. Aspiré una gran bocanada, y traté de templar mis crispados nervios. Fue inútil.
-Hola Lucian. Soy yo.- Mi voz sonó quebrada, rota por el dolor que sabía que le iba a causar.
-¿Kara? ¿Eres tú?- En aquel hermoso timbre de voz sentí su angustia y su sorpresa, su emoción y su desconcierto.
-Sí, soy yo.- Y tomé otra enorme bocanada de aire. Siguió sin servir de nada.
-¿Qué sucede, Kara?- Sentí como se me erizaba el vello del cuerpo, cuando a través del auricular escuché rugir su sempiterno pecho.
-Verás Lucian, es un poco complicado. No creo que lo debamos hablar por teléfono.
-Voy de camino.- Y oí como el viento golpeaba el auricular. Había echado a correr.- Hazme un resumen, por favor.
-Lucian…
-¡Maldita sea, Kara, haz un resumen!- Bramó. En eso se parecía a su hermano, siempre dando órdenes.
-Jake le ha puesto precio a mi cabeza. Pretende atraparme para así poder capturar a Chris y eliminarnos a los dos.- Oí como el rugido se volvía más feroz. El viento golpeó con más fuerza el auricular. Estaba segura de que sus pies apenas tocarían el suelo.
-¿Dónde está Chris?- Preguntó. Su voz, al igual que la de su hermano, había dejado de ser dulce y bella para transformarse en algo grotesco y aterrador.
-Viene de camino. Hay algo más que deberías saber, Lucian.- Y la voz se me quebró, nuevamente.
-¿Qué?- Su voz se tornó un poco más seca y dura, como si supiera lo que le iba a decir.
-Estoy prometida a tu hermano. Lo siento.- Musité. Y nuestra conversación acabó. Lucian colgó el teléfono, pero antes pude oír como su inmortal pecho rugía. Esta vez, de dolor.
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