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sábado, 18 de junio de 2011

La Llama del Ángel (Capítulo XV)

 
MOVIMIENTOS
  Esa mañana estaba que echaba chispas por la boca. Llevábamos un mes encerrados en casa y no teníamos noticias de Alice. Estaba desquiciada e histérica y, encima, inmensamente gorda. Mi barriga aumentaba por horas y tenía mis dudas si realmente mi embarazo iba a durar mucho más, porque si era así, tenía la sensación de que en cualquier momento explotaría como un globo. Se me habían hinchado los tobillos, me pesaba la barriga y me dolían los riñones. Y para más colmo, había pasado de dormir plácidamente a no poder pegar ojo. Mi humor era de perros.
  -¿Es qué no se va a dignar a ponerse en contacto contigo?- Le dije a Chris mientras desayunaba en compañía de mi madre y Helia.
  -Kara, no es tan sencillo. Alice está lidiando a tres bandas, dale un respiro.
  -¡Y tanto que va a respirar! Espera que entre por esa puerta que se va a enterar.
  -Mamá, agradecería un poco de ayuda.- Le dijo Chris a mi madre. No me sorprendió que la llamara mamá, puesto que últimamente mi progenitora ejercía ese papel con todos y cada uno de los que vivíamos en esa casa. A excepción de Helia, claro.
  -Kara, cariño, Chris tiene razón. Alice tiene que espiar a Jake, cerciorarse de que no se acerca a nosotros, informar a Alexander y ocultarle tu embarazo. Dale tiempo cariño. Por muy torbellino que sea Alice, necesita espacio.
  -Estoy preocupada por ella.- Mamá había conseguido aplacerme un poco. Pero sólo un poco.
  -Y es comprensible hija, pero Alice sabe cuidarse muy bien.- Me respondió Helia. Arrugué la frente. ¿Cómo estaba él tan seguro de eso?- Si no fuese así, Alexander no la hubiera enviado a espiar a Jake.- A veces me fastidiaba que Helia fuera capaz de leer en mi rostro mis preguntas.
  -Bien, ¿pero qué demonios le cuesta decir que está bien? ¿Y tú, por qué no te metes en su cabeza para ver qué pasa?- Le espeté de golpe a Chris, que iba a soportar otra oleada de ira por mi parte.
  -Y lo hago cielo, pero no hay novedades. Sigue entrenando a los cazadores de Jake.
  -Pues que mierda.- Dije expresando mis pensamientos en voz alta.
  -¡KARA! Cuida ese lenguaje.- Me riñó mamá. Y tenía razón, mi mal genio iba en aumento y nadie era culpable de nada. Probablemente mis hormonas andaban más revueltas de lo normal.
  -Lo siento.- Musité enrojeciendo como un tomate.- Es este embarazo y este calor. Lo siento de verdad.
  -Lo sabemos mi amor.- Dijo Chris sosteniendo mi rostro entre sus nervudas manos de hielo.- Nadie te reprocha nada.- Y sus labios se fundieron con los míos. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y me agarré a él cómo una garrapata. Hacía demasiado que no le tenía y me sentí ansiosa.
  Kara… -Rugió en mi cabeza.- Compórtate cariño, por favor.- Logró zafarse de mi abrazo y me quedé jadeando sobre la silla. Por enésima vez se me había olvidado respirar.
  -Entonces no me vuelvas a besar así.- Refunfuñé con mi mal humor asomando de nuevo. Pero él se rió de mí y mi enfado se fue al traste.
  Me calmé un poco. Sabía que mis hormonas me jugaban malas pasadas y que nadie tenía la culpa, pero me costaba mucho controlar mi carácter y mi creciente deseo por Chris. Era como si le hubieran enseñado un enorme pastel de chocolate a un niño pequeño y luego sólo le hubieran dado una porción chiquitita. Y yo me hubiera zampado el pastel sin pensármelo dos veces.

Su mirada estaba clavada en el infinito, perdida en algún rincón de éste mundo. Vi como apretaba la mandíbula y como le rechinaban los dientes. Se agarró al respaldo de la silla de delante y temí que la partiera en dos. Puse mi mano sobre sus hombros y traté de que fijara sus ojos en mí. Fue inútil. Estaba hurgando en la mente de alguien y, lo qué veía le desconcertaba y le desquiciaba a la par que le preocupaba. Definitivamente algo iba muy, pero que muy mal.
  -Chris… -Dije por lo bajo.
  Jake se ha puesto en movimiento- Y me besó para ahogar el grito que estaba a punto de soltar. Su aliento me cosquilleó en la garganta.
  ¿Cómo es eso? ¿Qué ha pasado? ¿Qué has oído?- No hubiera podido hablar en voz alta, aunque hubiese querido.
  Han ido a inspeccionar la casa de tu madre, el apartamento de Trizia y el que tú compartías con Victoria.
  Eso es que sospecha de Alice.
  Sospechaba sería la palabra correcta. Tu amiga es un torbellino. Ha tenido una discusión enorme con Jake y, al final se ha salido ella con la suya. Miente condenadamente bien. Eso tengo que reconocérselo.
  ¿Qué ha pasado?
  Jake, junto con Jordan y otros dos cazadores han ido a averiguar si lo que Alice les había dicho era cierto, si realmente os habíais ido de la ciudad. Cuando han llegado, Alice estaba que echaba humo por las orejas y ha empezado a reprocharle a Jake su falta de confianza. Tu padre- gruñí, detestaba que le llamarán así- Jake le ha dicho que piensa que como tú le salvaste la vida del supuesto ataque de un morwin, ella se siente en deuda contigo y que podría haber pasado algo por alto de forma deliberada.- Sofoqué otro grito. No era buena señal que Jake desconfiara de Alice.- No te preocupes. Le ha dicho que aunque tú la salvaste de la muerte, eres su enemiga. Te pasaste al bando contrario y eso es algo que ella no te perdonará jamás. Como he dicho, es muy buena mintiendo.
  Hay que avisarlos.- Dije mirando a los demás.
  -No.- Me susurró al oído.
  -Pero…
  -¿Ocurre algo?- Dijo Lucian. Estaba sentado frente a nosotros y se había percatado de que algo no iba bien.
  -Kara necesita ir al baño. Creí que podía esperar al final de la ceremonia, pero parece que no es así. Vamos cariño, te acompañaré.
  Fingí que me hacía pis para poder salir de allí. Lo cierto es que últimamente iba mucho al baño, así que no les extrañó nuestra ausencia.
  -A ver, explícame porque no quieres decirles nada.- Le espeté en cuanto cerró la puerta del baño.
  -Porque no voy a estropearles este día. Mira Kara, Keinan lleva esperando esto creo que desde el mismo día que vio a Trizia y a tu prima no puede hacerle más ilusión que a él. Deberías oír cómo grita en su cabeza. Se merecen esta porción de felicidad, igual que la que tú y yo tuvimos. Es su momento, su día y esto puede esperar. Las instrucciones de Alice han sido muy claras. Nada de salir de casa, nada de movimientos y esperar sus instrucciones. Me ha pedido que esté vigilándola más de cerca, metiéndome en su cabeza más a menudo y eso es lo que voy a hacer. Pero vamos a dejar que Keinan y Trizia tengan su día en paz y que disfruten de su noche de bodas.
  -Esto es una locura.- Protesté.
  -Cariño, que estemos en mitad de una guerra no implica que no tratemos de buscar la felicidad. En mitad de las guerras, los humanos siguen casándose y tratando de ser felices. Así que no vamos a robarles esa felicidad a Keinan y Trizia.- Y si quedaba alguna reticencia por mi parte, desapareció en cuanto sus ojos se clavaron en los míos. De pronto su mirada estaba cargada de deseo, de amor, de anhelo. Sus lapislázulis ojos se habían convertido en esas esquirlas de hielo azul que me traspasaban el alma y me hacían caer rendida a sus pies.
  -Deja de mirarme así.- Le recriminé. Mis hormonas se disparaban cada vez que me miraba de esa forma. Y yo llevaba demasiado tiempo sin perderme entre su cuerpo.
  -Te juro Kara que no me deseas más de lo que yo te deseo a ti. Será mejor que volvamos antes de que tus ropas y las mías dejen de tapar nuestros cuerpos.- Y abrió la puerta del baño.
  -Tu padre nos lo ha prohibido.- Dije tratando de que ese pensamiento sirviera para refrenarme. Porque si llegamos a permanecer un segundo más en ese baño, no hubiera sido responsable de mis actos.
  -Tengo tendencia a no obedecer a Helia. Vamos.- Y tiró de mí suavemente para regresar al salón.

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