OSCURIDAD
-Por la ventana, Victoria.
-Vale.- Dijo sin demostrar miedo a nada. Ni siquiera a mi grotesca voz de ultratumba.
Salté igual de ágil que siempre. La barriga no me pesaba, y mis hijos permanecían quietos en mi vientre. Pasé de nuevo mi mano por el abdomen y me respondieron un par de leves patadita. Todo iba bien. De momento.
Victoria aterrizó a mi lado. No fue muy silenciosa, pero tampoco escandalizó. Vi que nadie se había percatado de nuestra fuga.
-Vamos al coche.- Me dijo por lo bajini.
-No. Si Helia oye el motor no llegaremos más lejos.
-Pues entonces robaremos uno.- Dijo plenamente convencida mientras se adentraba en el bosque, siguiendo el linde del camino que conducía a la carretera principal. La seguí.
-En cuanto robemos el coche quiero que te metas en la cabeza de Alice para averiguar hacía dónde se dirigen.- Asentí. Estaba tratando de no usar demasiado mi nueva oleada de fuerza. No sabía cuánto duraría.
En cuanto llegamos a la carretera, Victoria se desabrochó la camisa y, con el pecho medio desnudo, se puso como una prostituta buscando un cliente. Yo permanecí escondida tras un árbol. Funcionó. El primer coche que pasó, paró.
-Hola guapa. ¿Cuánto cobras por un completo?- Le dijo aquel gordo que desde la distancia olía a alcohol y a sudor viejo.
Victoria sacó el arma de la espalda y le apuntó.- Yo no cobro, cielo. Yo pago. Baja del coche en silencio y sin hacer movimientos bruscos si no quieres que te vuele la tapa de tus asquerosos sesos.
¡Ala! Pensé. Había que reconocer que, o bien Victoria estaba desesperada por salvar a Lucian, o el entrenamiento había sacado a relucir una parte de ella que yo no conocía. O puede que fueran ambas. El caso es que aquel tipo bajó del coche, asustado y con la enorme papada temblándole a causa del pavor que sentía.
-Átalo con mi cinturón y amordázalo. No quiero que vaya corriendo y gritando y que Helia o Keinan descubran nuestra huida.
Hice lo que me dijo Victoria. Aquel tipo se meó en los pantalones cuando me vio salir de detrás del árbol. No me di cuenta que era por mi diabólico aspecto hasta que me vi reflejada en el cristal de la ventanilla del coche. Parecía un demonio salido del mismísimo infierno.
-Es tu turno, Kara.- Asentí mientras Victoria hacía rugir el motor del coche y nos sacaba de allí a una velocidad de vértigo. Tras nosotras sólo quedo el gordo llorando y el olor a caucho quemado.
Me concentré en encontrar la esencia de Alice. No me resultó muy difícil porque ya lo había hecho con anterioridad y porque, además, ahora estaba en plena facultad de mis dones. Vi hacía donde se dirigían.
-Coge la autopista en dirección a la capital, hasta que yo te diga.
Giró en redondo en mitad de la calzada, sin poner tan siquiera el intermitente, provocando que el conductor que iba tras nosotras frenara en seco y nos lanzara un cúmulo de tacos a pleno pulmón.
-Victoria, nos vamos a matar por el camino como conduzcas a esta velocidad.
-Tú concéntrate en Alice y deja que yo me ocupe de la carretera.- Me dijo sin quitar los ojos del asfalto. Su alocada conducción me recordó a la de Chris. Pero Vic no tenía los dones de mi marido, así que decidí obedecerla y no desconcentrarla. Tampoco es que tuviéramos mucho tiempo que perder.
-Sal por la salida veinticinco, en dirección a la cantera abandonada.- Dije tras ver el camino que había tomado el coche que conducía Alice. Vic aceleró un poco más.
-¿Si te metieras en la cabeza de Chris, no adelantaríamos?- Preguntó bastante desesperada.
-No. Chris está haciendo lo mismo que yo. Además si me meto en su mente, me notara y, fin del plan.
-Entendido.- Dijo mientras seguía mis indicaciones.
-Cerca de la cantera hay un viejo almacén abandonado. Aparca junto a él. El resto de camino tenemos que hacerlo andando sino queremos ser descubiertas.
Salimos de sopetón del coche en cuanto Victoria paró. Me acaricié el vientre de nuevo para ver si todo iba bien. Y mis hijos me confirmaron, con dos tenues pataditas, que de momento y, sólo de momento, así era.
-¿Y ahora? ¿Por dónde?
-En aquella dirección.- Dije señalando la profundidad de un bosque iluminado simplemente por el leve resplandor de una luna menguante. La oscuridad parecía que quería tragarnos.
Victoria me siguió sin rechistar, esquivando ramas, raíces y piedras que habían en el camino. Paramos unos minutos para que yo me pudiera volver a meter en la cabeza de Alice y, descubrí que íbamos más cortas de tiempo de lo que imaginábamos.
-¡Mierda! Vic hay que echar a correr. Jake y su grupo ya se ha encontrado con Drake, Chris y Lucian.
-Joder. Vamos.- Dijo a la vez que intentaba echar a correr.
-No, por ahí no.- Dije agarrándola del brazo.- Tenemos que dar un pequeño rodeo. Si vamos por ahí nos tropezaremos con Osiris y los demás. Sígueme.- Y obedeció.
La oía respirar agitadamente a causa de la loca carrera que llevábamos y sentí en mis fosas nasales su olor a sudor. Empecé a salivar, sedienta. Hasta era capaz de oír su pulso golpeando sus muñecas. Mis colmillos se alargaron un poco más. No entendí esa reacción pero tenía claro que no pensaba atacar a Victoria. Mi objetivo era Jake. Y a él me iba a importar un pimiento hincarle mis afilados dientes.
Cuando empezamos a estar cerca, bajamos el ritmo de la marcha. Comenzamos a andar y Victoria dejó de sudar al tiempo que yo dejé de sentir sed y hambre. Mejor, porque esa reacción empezaba a preocuparme.
-Vale, ahora hay que estar alerta. El grupo de cazadores está cerca.-Olfateé el aire.- Puedo olerlos, pero se han dispersado en grupos de cinco.
-¿Todo eso lo hules en el aire?- Preguntó algo desconcertada.
-Sí Victoria. Puedo oler todo lo que hay en un radio de un kilómetro. Estamos cerca de los cazadores, pero no de Jake y los demás. Lo cual quiere decir que no vamos tan mal de tiempo y que se hayan dispersado es una baza a nuestro favor. Vamos a atacarlos por la espalda. Pero no puedes disparar, porque sino oirán los tiros. Toma.- Dije dándole una rama que le arranque de cuajo a un árbol.- Es lo suficientemente ligera para que cargues con ella, pero también lo suficientemente fuerte como para que le atices a un cazador y lo dejes sin sentido. Tienes que darles justo en la nuca o en la cabeza. Y que no te importe lo más mínimo ni abrirles los sesos, ni partirles el cuello. Porque si fallas, no tendrás otra oportunidad. Ni tú, ni Lucian, ni Chris ni yo.
-Lo he pillado Kara. Atizarles con todas mis ganas y si mato alguno, mejor que mejor.
-Eso es. ¿Sabes? Me sorprende esta nueva faceta tuya.
-Es sencillo Kara, sólo estoy luchando por Lucian como tú lucharías por Chris. Vamos, no tenemos tiempo para charlas.
Empezamos a caminar más silenciosamente, observando bien por donde pisábamos. A pesar de que la oleada de fuerza seguía latente en mí, no quería tirar demasiado de ella, porque no sabía a cuantos cazadores tendría que matar antes de alcanzar a Jake. Así que andaba muy concentrada en mirar donde ponía mis pies para no hacer ruido. Victoria me imitó. Parecíamos dos felinas silenciosas cazando la cena.
Nos encontramos con el primer grupo de cinco. Cuatro hombres y una mujer. Iban vestidos de negro, de los pies a la cabeza, pero sin las gabardinas típicas que los cazadores usaron en mis tiempos. Por señas le indiqué a Victoria que se encargara del tipo más bajo y de la mujer. Estaban uno junto al otro y la complexión de ambos no era demasiado corpulenta. Los otros tres eran para mí. Y no pensaba simplemente dejarlos inconscientes. Volvía a tener sed.
Victoria rodeó el grupo en completo silencio. Desde luego había que reconocer que estaba haciendo un muy buen trabajo y, que parecía más una cazadora con poca experiencia que una simple mujer desesperada por salvar al amor de su vida. Yo me acerqué con sigilo a los otros tres. Cuando el hombre bajo cayó inconsciente al suelo, me abalancé sobre ellos como una fiera hambrienta.
A los dos primeros les partí el cuello en menos de medio segundo, pero al tercero le tapé la boca para impedir que gritara al tiempo que clavaba mis colmillos en su yugular. Su sangre, roja y caliente, comenzó a bajar por mi garganta. Seguí succionando hasta que lo dejé seco y yo me sentí un poco más calmada. Luego me limpié la comisura de los labios con la chaqueta de aquel tipo.
-¡Ag! Qué asco. ¿Era necesario que hicieras eso?
-Puede que no, pero tengo sed. Además esto forma parte de en lo que me voy a convertir. Así que…
-Vale, vale. Lo entiendo. Es simplemente que me has pillado con la guardia baja. Sigamos.
Amordazamos y atamos a los que Victoria había dejado inconscientes. Les quitamos todas las armas y las escondimos. Dejé que Victoria se quedara con una catana que llevaba la mujer. Era muy afilada y seguro que más efectiva que la rama del árbol. Yo me concentré en eliminar de mi mente los recuerdos que le había robado a ese cazador.
El siguiente grupo de cazadores era más complicado de neutralizar. Estaban más juntos y todos eran hombres corpulentos.
-Victoria, quiero que te acerques por detrás de aquellos dos y, esta vez espera a que yo entre en ataque. En cuanto veas que se levantan, les rebanas el cuello sin contemplaciones, ¿entendido?
-¿Cortarles el cuello?- Preguntó medio confusa.
-Sí Victoria. Si no estás preparada, lo entiendo. Quédate aquí agachada y en silencio. No tenemos tiempo para vacilaciones, porque si fallas, ellos te capturaran y, Jake te hará cosas peores que rebanarte el cuello para averiguar todo lo que sabes de mí y Chris.
-Tranquila. Les rebano el cuello. Antes ellos que yo.
-Esa es mi chica.- Le dije al tiempo que le daba un abrazo. El olor residual a su sudor me volvió a hacer sentir hambrienta, a pesar de haberme bebido toda la sangre de aquel tipejo. La solté de sopetón, pero ella no se dio cuenta.
Esta vez tenía que ser más rápida, pero también se había despertado en mí una especie de vena melodramática que hizo que tras romperles el cuello, de nuevo, a los dos primeros me deleitara en eliminar al tercero. Tras inmovilizarlo y comprobar que Victoria había cumplido su parte del plan, me dediqué a romperle los huesos de las manos, uno a uno, mientras veía como las órbitas casi se le salían de los ojos por el dolor. El olor a miedo golpeó mis fosas nasales. Luego le rompí los tobillos y las rodillas, con saña y lentamente. Me sentía poderosa, más que nunca. Cuando empezaron a saltársele las lágrimas de dolor, decidí que ya me había divertido lo suficiente. Le arranqué la cabeza de cuajo. Su sangre salpicó mis ropas. Luego la lancé a unos treinta metros de nuestra posición.
Vi como Victoria me miraba con los ojos desorbitados y boquiabierta sin entender a qué había venido eso.
-Algo parecido es lo que te hará Jake si te captura.- Y se quedó blanca como la nieve al darse cuenta de que jamás había sido consciente del peligro tan real que corría su vida.
El tercer y cuarto grupo se había reunido, aunque no estaban todos. Faltaban dos miembros. Estaban en un claro muy pequeño, tratando de contactar con algún miembro de las escuadrillas que Victoria y yo habíamos eliminado. Mal asunto. Si se daban cuenta que algo no iba bien, darían la voz de alarma, por lo que se nos terminaba el tiempo. Nos apartamos un poco de ellos.
-¿Qué ocurre?
-Son demasiados.
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