HISTORIA
Y llegó la mañana del sábado. Temprano, a eso de las siete de la mañana, me sonó el móvil. Era él.
-Buenos días. ¿Has descansado?- Su voz acarició mi mente.
-Sí, no ha estado mal. ¿Qué tal tu noche?- Respondí al teléfono, desperezándome en la cama.
-No ha estado mal.- Sentí como su aliento me cosquilleaba en el cerebro. Incluso en la distancia, era capaz de hacerme temblar.- ¿Te gustaría acompañarme a un lugar? Es un sitio que siempre te quise enseñar.
-Por supuesto, Chris.- Pegué un brinco de la cama y me dirigí al armario.
-Ponte ropa cómoda. Y avisa a Victoria, tal vez no vuelvas a dormir. En unos treinta minutos estoy ahí. Te amo.- Y sentí como su voz abandonaba mi mente.
Me vestí con unos pantalones vaqueros y una camisa de color blanco, sobre la que me puse un suéter de color marrón chocolate. Me calcé unas confortables botas y salí de mi dormitorio, después de hacer la cama. Le deje una nota a Victoria en la cocina.
(...) -¿De verdad sólo te resultó apetecible?- Le pregunté en un hilo de voz, arrepintiéndome enseguida de aquella frase. Bajé la cabeza al notar que me sonrojaba.
-¡Tonta!- Me puso una mano bajo mi barbilla y me obligó a mirarle a los ojos.- Nunca he encontrado a nadie que me resultara algo más que apetecible. Hasta que te conocí. Ya te lo dije Kara. Llevo mil años controlando a la bestia. Pero el hombre, sólo tú lo has logrado despertar.- Me tumbó sobre la hierba y se puso sobre mí. Sentí su calor y como su pecho rugía. Pegó su inmortal cuerpo al mío, estrechándome entre sus brazos.- Y no tienes ni idea de cómo me gusta sentir esto.- Sus labios se posaron sobre mi cuello. Ardían como el fuego que él llevaba dentro. Una de sus manos me acarició la piel de la espalda, mientras la otra se deslizaba por mi nuca. Sus labios dejaron de besarme el cuello para posarse, febrilmente, sobre los míos, abrasando mis pulmones con su ardiente aliento. De pronto me soltó y dio un enorme salto hacia atrás, quedándose en mitad de lo que era aquella estancia. Me miró atentamente, mientras yo trataba de recobrar el aliento.- Vas a conseguir que te tome antes de hora.- Me murmuró. Me puse en pie y me acerqué a él, lentamente. – Kara…- Gruñó.- No te acerques, estoy un poco descontrolado. Y me he propuesto llevarte de vuelta de una pieza. No me lo pongas más difícil.- Sus ojos brillaban como el fuego del averno, y sus colmillos asomaban tras sus carnosos y dulces labios.
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