INTRUSO
A la mañana siguiente, temprano, abrí los ojos. El sol comenzaba a salir y sus rayos entraban por el hueco que había dejado la pared al derrumbarse siglos atrás. Me apreté un poco más contra el escultural cuerpo de Chris, mientras dejaba que su varonil aroma me embriagara. Sentí cómo sus dedos seguían acariciándome el brazo y el cuello. Entrelacé una de mis piernas a las suyas y restregué suavemente mi mejilla contra su pecho. Suspiré y él me habló.
-Buenos días.- Me susurró, mientras me daba un beso en la coronilla.- ¿Qué tal has descansado?
-Dímelo tú. Seguro que lo sabes mejor que yo.- Alcé la cabeza y miré a lo más profundo de sus hermosos ojos. Sonrió, y entonces salió el sol para mí. Porque mientras Chris no estaba a mi lado, me rodeaba una oscuridad infinita. Sólo cuando él estaba junto a mí, el sol volvía a brillar. Se dio la vuelta y se puso sobre mí.
-Veamos, hasta las tres de la madrugada tu sueño ha sido tranquilo.- Me volvía a acariciar el rostro. Mi corazón comenzó a latir desbocadamente. Sonrió, lo cual quería decir que lo había escuchado.- Sobre esa hora te has agitado un poco y has pronunciado varias veces mi nombre. Por un momento creí que te habías despertado, o que tenías esa pesadilla de nuevo, así que te di un par de besos en la cabeza y te susurré para que te durmieras. -Besó mi frente, dulce y suavemente. Su pecho rugió, fantasmagóricamente.- Juraría que por una millonésima de segundo se te ha parado el corazón, cuando te besé en los labios mientras dormías. Luego todo volvió a la normalidad y te quedaste tranquila. Hasta ahora, que te has despertado.- Dijo poniendo su ardiente mano sobre mi pecho, justo a la altura de mi alocado corazón, sonriendo. Definitivamente estaba escuchando su desbocado latido.
-¿Me besaste en los labios mientras dormía?- Asintió. Le di un suave puñetazo en el hombro, que probablemente ni notó.- No lo vuelvas a hacer.- Le dije enfurecida. Juntó las cejas y me miró contrariado.- No me quiero perder ni uno de tus besos.- Dije mientras sonreía maliciosamente. La carcajada de Chris retumbó por todo el bosque.
-Eres tan humana.- Deslizó una de sus manos por mi nuca.- Eso tiene remedio.- Y fundió mis labios con los suyos, apasionadamente. Le agarré por el cuello y le estreché contra mí. Luego Chris me soltó de golpe, clavando sus manos a cada lado de mi cabeza y estirando los codos, irguiendo así su torso. Me miró fijamente y pude ver cómo en sus ojos brillaba el fuego del averno. Jadeé, ya que se me había olvidado respirar nuevamente. Sonreía, y el infernal brillo de sus ojos relucía con más fuerza. Su pecho de alabastro gruñó con fuerza y supuse que necesitaba espacio.
-¿Ha sido muy duro?- Le pregunté mientras le miraba dulcemente. Asintió. Creí que se levantaría y se apartaría de encima de mí, pero no lo hizo, así que acaricié su perfecto y marfileño rostro con dulzura, tratando de mitigar el dolor que él sentía.- ¿Cómo de duro?- Quería saberlo, que compartiera conmigo su sufrimiento, llevar entre los dos la carga.
-He sentido la tentación de matarte en varias ocasiones.- Recostó su cabeza sobre mi pecho, sobre mi corazón.- Pero luego he recordado que quiero seguir escuchándolo durante un poco más de tiempo. Es el más hermoso sonido que haya escuchado en mi vida. Eso sí que lo voy a echar de menos.- Cerré los ojos y me concentré en el latido de mi corazón, consiguiendo de ese modo que volviera a latir a su normal ritmo.- Entonces he tenido que refrenar mi creciente deseo de hacerte mía.- Me rodeó por la cintura con uno de sus brazos, obligando me a arquear ligeramente mi espalda.- No te muevas.- Me ordenó. Su mano me desabrochó los dos primeros botones de mi camisa, la que llevaba bajo el suéter, y sus dedos acariciaron el medallón que colgaba de mi cuello. Acarició la base de mi garganta con su perfecta nariz, aspirando mi efluvio. Oí cómo su pecho rugía con fuerza y sentí cómo su mano temblaba mientras me acariciaba el rostro. El tacto de sus ardientes labios sobre mi suave cuello hizo que temblara de los pies a la cabeza. Recorrió todo mi cuello con sus labios, dándome suaves y cálidos besos, hasta que se detuvo. Me miró a los ojos y vi cómo los suyos brillaban. Jamás habían brillado de esa forma. Eran infinitamente azules y febriles al mismo tiempo.- ¡No sabes cuánto te amo y te deseo!- Y fundió aquellos carnosos labios con los míos. No fue para nada un casto beso. Chris entreabrió sus labios y su lengua buscó a la mía. Me aferré a su cuello y me tuve que concentrar en no rodearle con mis piernas. Sus manos me apretaban con fuerza contra su pecho con demasiada fuerza. Me daba igual, si tenía que morir, que mejor forma que aquella, entre sus brazos. Pero me soltó, mientras aspiraba y mi aroma le sacudía. Gruñó, pero no era la bestia el que lo hacía, era el hombre. Arrugó los labios y cerró los ojos por un momento. Volvió a poner sus codos rectos, separando su torso de mi pecho. -Te había dicho que no te movieras. -Me recriminó, con una media sonrisa en su rostro.
-Y yo te dije que no me besaras así.- Le sonreí pícaramente. Sacudió la cabeza y puso los ojos en blanco.
(...) Su pecho rugió con fuerza. Se dejó caer al suelo, aterrizando como si fuera un felino y me tumbó en el mismo.- No te muevas ni un milímetro.- Me ordenó la espectral voz. Dejó la mochila a mi lado y rodeó el árbol. Se apoyo en su tronco y cruzó los brazos sobre su pecho. Realmente parecía un ángel de la destrucción, hermoso, divino, peligroso y letal, esperando a su víctima.- Trata de no respirar muy fuerte. Y nada de tonterias.- Me susurró.
¿Qué pasa Chris?
Obedece, para variar. Lo entenderás en unos segundos. Kara, no estoy bromeando, controla tu respiración.
Me concentré en mi respiración, tratando de serenarla y de calmarla. A los pocos segundos oí cómo alguien se acercaba. Venía a una velocidad inhumana, pero se detuvo en seco en cuanto vio a Chris, sorprendido, supongo. Se hizo un incómodo silencio, que aproveché para agudizar mis sentidos, como cuando me dedicaba a cazar a los que eran como Chris. Escuché y olfateé. Se oía un ahogado gruñido, que no era el de Chris. Ese fantasmal sonido lo reconocería entre un millón. Olí el inconfundible aroma de Chris, pero había otro aroma en el ambiente. Era otro ser como Chris. Por eso me había pedido que estuviera quieta. No me moví, pero saqué a la cazadora que llevaba dentro, disponiéndome a atacar si Chris estaba en peligro. Mis ojos se tornaron negros, mis manos se convirtieron en dos zarpas, con largas y afiladas uñas, y mis colmillos salieron a la luz. Todos mis músculos se tensaron y noté cómo mis huesos se tornaban duros, como si fueran de diamante. Mi parte morwin, mi decima parte inmortal, mi demoniaca parte salió a la luz. ¡Pobre de aquel ser como se atreviera a tocar a Chris!
-¿Quién eres?- Dijo mi inmortal y protector ser. Su voz era seca y cortante, gélida como el frío viento helado y sobre todo autoritaria. En el ambiente se respiraba el peligro.
-Me llamo Hassan. ¿Y tú?- Su voz era melodiosa, aunque no tanto como la de Chris.
-Soy Chris. ¿Qué haces por aquí?- Más rudeza en su voz, más peligro en el ambiente. Contuve la respiración. No necesitaba tanto aire.
-No sabía que el territorio estuviera ocupado. Y mucho menos por ti.
-¿Así que te han hablado de mí?- Cada vez se parecía más a un peligroso inmortal que a un maravilloso ángel.
-Sí. Sé quién eres.- El tal Hassan parecía despreocupado.
-Y sí sabes quién soy, ¿por qué estás aquí?- La voz de Chris sonaba amenazadora. Me dio miedo hasta a mí. Su escasa paciencia se agotaba. Probablemente, si yo hubiera estado allí, hubiera eliminado a ese ser que osaba desafiarlo. Porque en este mundo, los únicos que podían desafiarlo sin temer ser eliminados eran los miembros de su familia, incluido Lucian.
-No sabía que estabas aquí.
-Independientemente de que yo esté o no esté aquí, este territorio está vetado. ¿O eso no te lo contaron cuando te hablaron de mí?- ¿Qué quería decir aquello? Ellos no tenían ningún territorio vetado. El mundo no tenía fronteras para ellos. Cazaban donde les apetecía.
-Sí, pero me picó la curiosidad. ¿Por qué no dejas que cacemos por aquí?
-Tengo mis motivos.- Y tanto. Ese motivo soy yo. Pensé. Kara, estate quieta. Me increpó. Me había movido un milímetro.
-¿Qué ocurriría si cazara por aquí?
Aquel ser estaba mal de la azotea. Estaba retando a Chris, al más poderoso de ellos, al más despiadado, al más peligroso, al más letal.- Sencillo, te mataría y fin del problema.- Lo dijo tranquilamente, fríamente, sin atisbo de duda. El pecho de Chris rugió con más fuerza que nunca. Aquel sonido era la más peligrosa de las amenazas. Era como si estuvieras delante de un cartel luminoso y luces parpadeantes en el que se pudiera leer la palabra PELIGRO.- ¿Cuántos años tienes?
-¿Mortales o inmortales?
-La paciencia no es una de mis virtudes. Responde.- No podía verle los ojos, pero sabía que eran rojos como el fuego del averno. Probablemente más rojos que nunca.
-Soy inmortal desde hace trece años. Me transformaron cuando tenía veinte.
Muy joven, por eso no me teme. No tiene ni idea de lo que soy capaz. Me dijo Chris. Podía ver su sombra, y seguía apoyado en el tronco del árbol con los brazos cruzados. La tranquilidad que él reflejaba daba auténtico miedo. Parecía la calma que antecede a la tempestad.- ¿Quién te creó?
-No lo sé.
-¿Y quién te habló de mí?
-Un tal Lucian.- Se me paró el corazón al oír aquel nombre.- Él también me advirtió que si cazaba por aquí me mataría. ¿Me explicas que hay en esta zona para que los dos lo tengáis vetado?
-Confórmate con que te deje marchar de una pieza. No quiero volver a verte en esta zona jamás. Y lo digo muy seriamente.- Su voz se había vuelto aun más dura, seca y cortante.
-Está bien, me marcharé. Lucian me advirtió de que no era buena idea hacerte enfadar.
-No, no es buena idea, créeme.-Su voz era fría como el hielo, cortaba como un cuchillo.- Haz caso al consejo de mi hermano. Así que da media vuelta y lárgate por dónde has venido.
-Una última pregunta. Me dijeron que por aquí había una cazadora muy peligrosa. ¿Es eso cierto?
-Sí, así es.- Sentí el creciente nerviosismo de Chris. Aquel tipo lo estaba desquiciando, y aquello no era buena idea. ¿Quién le había hablado de mí? Lucian no podía haber sido. No si le había amenazado de muerte por atreverse a cazar por aquí.
-¿Quién es?- Era obvio que aquel tal Hassan era muy curioso. Y la curiosidad mató al gato, pensé.
-Eso son dos preguntas. Lárgate.
-No debe ser tan peligrosa cuando tú sigues vivo. Me dijeron que ella es la única capaz de matarte.
-No tengo porqué darte explicaciones, pero créeme si te digo que si te cruzas en su camino, no durarás más que unos segundos en sus manos. Es muy, pero que muy buena. Y ahora, fuera. Me has interrumpido.
-Como quieras. Ya me voy. Espero que, sea lo que sea lo que estuvieras haciendo, se te dé bien. Hasta pronto.
-Di mejor hasta nunca. No me pienso mover de este territorio, y si te vuelvo a ver por aquí, no seré tan condescendiente. No me pararé a preguntar, simplemente te eliminaré, ¿entendido?- Añadió aquella última frase mientras su pecho rugía con fuerza, como un león a punto de atacar. Hassan estaba a punto de marcharse, cuando Chris le detuvo.-Un momento Hassan, ¿quién te habló de ella?
-Un tipo llamado Jake. ¿Por qué?-Bufé levemente al oír aquel nombre. ¡Maldita sea Kara; quieta! Me gritó Chris. Estaba a punto de saltar.
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