Bien, mucha gente que ha leído el libro El Ángel de la destrucción, se sigue preguntando qué es Chris. Si es un vampiro, un demonio o un ángel. Bien gente, es las tres cosas. Es un vampiro porque necesita sangre para beber, es un demonio porque necesita alimentarse de luces y es un ángel, porque Kara lo considera como tal, su particular ángel de la destrucción, aquel que destruye las mentiras sobre las que se asienta su vida, una vida plagada de muerte y destrucción, como la de Chris. Pero sobre todo, Chris es un hombre, ese del que todas nos enamoraríamos al verlo. Hermoso, peligroso, bello, letal, comedido, mortífero, enamorado y temeroso de matar a lo único que le ha dado sentido a su vida en sus mil años de existencia. A Kara.
Y Kara, es mucha Kara. Que nadie espere a una noña como Bella, a pesar de que muche gente le ha encontrado similitudes a este libro con la Saga Crepúsculo. Kara es medio humana, un experimento, un feto alterado genéticamente con el ADN de Chris. Cazadora, hermosa, letal y enamorada de su presa, de Chris. Hará lo que sea con tal de estar con él, desde sumirse durante catorce años en un lóbrego pozo de dolor y desesperación, hasta entregarle su virginidad, pasando por mentir y matar para proteger a Chris. Con cualidades inhumanas, idénticas a las de Chris, deberá luchar por encontrar la forma de permanecer a su lado hasta el fin de los tiempos, al tiempo que tiene que descubrir quién es el cazador que ha enviado su padre, Jake, el malo malísimo de esta historia, para atraparla a ella o a Chris y teminar con sus vidas y su amor.
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