Buscar este blog

Páginas vistas en total

viernes, 12 de agosto de 2011

Recordatorio CACERÍA (XIII)

Añadir imagen
CACERIA
Me acompañó hasta la puerta de casa, pero no entró. Se fue al hotel a cambiarse de ropa y a prepara la maleta. Otro atrezo. Si se iba de viaje de negocios, lo más lógico era que se llevara una maleta.
Me di una ducha fría. Había sido el mejor día y la mejor noche de toda mi vida. Y mi desquiciada y febril mente soñó con todo lo que le hubiera gustado que ocurriera, si realmente el autocontrol de Chris hubiera sido socavado por el deseo de tenerme. Me obligué a mí misma a no pensar más en ello, temerosa de que mi humano corazón sufriera un colapso.
Me costó horrores sacar a Victoria de la cama. Al parecer, esa noche había salido con unos amigos, que si yo los conocía, no los recordaba.
Victoria no toleraba demasiado bien el alcohol y al parecer aquella noche se había ido de cena y a tomar unas copas. Con una cerveza y una par de combinados había tenido más que suficiente para emborracharse.
La saqué a empujones de la cama y la metí debajo de la ducha, mientras preparaba café. Chris volvió y llamó a la puerta. Le abrí y me lancé en sus brazos, como si hiciera un siglo que no le veía, cuando apenas había pasado una hora escasa.
Victoria se sorprendió al verlo allí, pero no dijo nada. Le dolía demasiado la cabeza. Le puse un café bien cargado delante y le pasé un par de aspirinas. Por su semblante, estaba segura de que las iba a necesitar. Estaba espantosa.
(...)
Aquella noche dormí lo habitual en mí, o sea, unas escasas cinco horas, pero que me sentaron de maravilla. Tuve el mejor despertar posible, porque en cuanto abrí los ojos, su maravillosa sonrisa brilló en mitad de la oscuridad, dejándome ver sus prefectos y blancos dientes, cuales perlas brillando al reflejo de la luna. Me estrechó con dulzura entre sus brazos y me besó, esta vez, apasionadamente. Me acurruqué contra su pecho, abrazándolo con fuerza, en cuanto recobré la respiración.
-¿Qué piensas?- Me preguntó, mientras sostenía mi rostro con exquisita devoción entre sus robustas manos.
-En que te voy a echar un motón de menos.- Pasé mis temblorosas manos por su perfecto rostro angelical.
-Y yo a ti. No sabes cuánto me duele separarme de ti- Dijo, mientras depositaba otro casto beso en mis labios.- Creo que me empiezo a inmunizar a tu olor. Cada vez me cuesta menos estar cerca de ti, y me es más costoso estar sin ti.
-¿Por eso no respiras, verdad?
-¡Me pillaste!- Dijo con la mayor de sus sonrisas en su rostro.- Pero no, es verdad. No respiro porqué aquí tu aroma es muy fuerte, está impregnado en cada objeto. Pero mientras dormías he inhalado pequeñas bocanadas de aire. Y aunque te efluvio me sigue quemando la garganta como un lanzallamas, y despierta el más voraz de mis apetitos, cada vez me cuesta menos trabajo controlar mi instinto.- Me envolvió con más firmeza entre sus brazos y me besó en el cuello. Rodeé su ebúrneo cuello con mis brazos y entrelacé mis dedos a sus sedosos y dorados cabellos. Sus oceánicos ojos me observaron con devoción infinita y con amor desmedido. Se me clavaron hasta lo más profundo de mí ser, acariciándome el alma y haciendo estremecer. Sus manos comenzaron a acariciar mi espalda, por debajo del pijama. Eran frías, como dos trozos de puro hielo. Temblé, pero no de frío, sino de placer. Me encantaba sentir el sedoso tacto de su nívea piel en mi cuerpo. Nuestras piernas se entrelazaron y mi cuerpo se moldeó como si fuera plastilina al suyo, escultural y perfecto. Sus dos pedazos de océanos seguían fijos en mi rostro. En el nulo espacio que quedaba entre nosotros, una enorme corriente eléctrica fluía, erizando todo mi vello. Mi corazón comenzó a desbocarse y las hormiguitas y las mariposas regresaron a mi cuerpo y a mi estómago.
-Tranquila, no voy a llegar hasta el final.- Me susurró en mi mente, cuando sentí que sus manos dejaban de recorrer mi espalda, para acariciar mi cintura y mi cuello. Sus labios se depositaron en el arco de mi cuello y llegué a sentir el suave roce de uno de sus letales colmillos.
-¿Y por qué haces esto? Me va a dar un ataque, Chris.- Musité cuando conseguí recuperar el aliento.
Sonrió, mientras volvía a mirarme a los ojos. Sus tersas yemas acariciaron mi rostro con exquisita dulzura.
-Sólo quiero llevarme lo máximo de ti. Estar sin ti va a ser un verdadero suplicio. Estos cuatro días me van a parecer una eternidad.
-Para mí también va a ser horrible estar sin ti.- Dije acariciando su adónico rostro. Esta vez fui yo quién le dio un suave beso en los labios, reptando por su pecho.
Añadir vídeo
(...)
Eliminar formato de la selección
Se detuvo a escasos cinco metros de mí, y sus hambrientos ojos recorrieron mi cuerpo de los pies a la cabeza, mientras se relamía los labios y su pecho gruñía levemente. Alcé la cabeza y sonreí maliciosamente.
-Sí crees que me vas a asustar con esos ruiditos, vas muy mal encaminado. ¿Hassan, no?
Se sorprendió de que supiera su nombre. Qué hubiera averiguado que era, eso era asumible por su parte, teniendo en cuenta que yo era una cazadora y sabía reconocerlos entre los humanos, pero que conociera su identidad, eso ya no era tan asumible por su parte.
-¿Cómo sabes mi nombre?- Su voz era cantarina, pero para nada tan hermosa como lo era la melodiosa voz de mi inmortal ser.
-Tenemos un conocido en común. -Dije mientras de un pequeño salto bajaba de la piedra y estiraba todos mis músculos, como si me aburriera.- ¿Qué haces aquí?
-Cazar. No es obvio.- Y se relamió de nuevo los labios. Me volvía reír.
-¿Y crees que me vas a cazar a mí? ¡Pobre infeliz!- Me mofé de él, y le enseñé mis mortíferas uñas.
-Bueno, según tengo entendido, estás un poco desentrenada.- Él también alargó sus uñas. Y sonrió, muy pagado de sí mismo.- Hueles muy bien, por cierto.- Y me enseñó sus letales colmillos.
-Sí, eso dicen. Lo tomaré cómo un cumplido.- Cogí una piedra, del tamaño de una pelota de golf, y la estrujé entre mis dedos. Medio segundo después, simplemente era arena.- Respóndeme a una cosa, ¿Quién te habló de mí?
-Un tal Jake, ¿por qué?- Su inmortal pecho rugió con más fuerza. Estaba realmente hambriento, probablemente más de lo que estaba el mismo Chris antes de partir de cacería
-Tranquilo gatito, tranquilo.- Dije clavándole mis ojos. En el espejo de los suyos, comprobé que era más cazadora de lo que jamás había sido. En mi cara, allá donde se suponía que debía haber un par de ojos ámbar o negros, refulgían dos llamas, rojas como el fuego del averno. Hassan tembló sutilmente, pero luego, su instinto depredador volvió a tomar el control.- ¿Fue él quién te dijo que yo estaba desentrenada?
-Sí.- Se mordió el labio inferior. Reamente estaba famélico.- ¿Te interesa en especial?
-La verdad, no. Pero deberías cambiar de fuente de información. Está un poco desfasada. Sobre todo si tenemos en cuenta que mi padre no sabe nada de mí desde hace catorce años.- Hassan abrió los ojos como platos.- ¿¡Ah!, qué no sabías que era mi padre? Éste Jake, siempre tan despistado.- Di un par de pasos, con andares de absoluta despreocupación.- O tal vez no le convenía decirlo. Sobre todo si lo que pretendía era despertar tu curiosidad. ¿Te contó algo más?
-La verdad es que no. Simplemente me dijo que si tenía hambre, aquí encontraría el más exquisito de los platos. A ti.
-¿Pero ya te habían advertido de que el territorio estaba vetado? ¿Cómo se te ocurre desafiar una orden de ellos?
La incertidumbre volvió al rostro de Hassan. Yo poseía más información de la que él sospechaba.
-¿Conoces a Lucian y a Chris?
-Por supuesto. Me crearon para matar al último. ¿No te lo contó Jake?
-Algo me comentó. Dijo que nunca cumpliste tu cometido.- Dio un paso hacia mí. Su pecho rugió nuevamente.
-Cierto, no lo cumplí.
-¿Por qué? -Un milímetro más cerca.
-Las preguntas la hago yo. Estás en mis dominios.- Y gruñí. Hassan dio un paso atrás.
-Creo que deberías saber que Chris también anda por aquí.
-Lo sé.- Di un paso hacia él. Sentí el aroma a miedo en la piel de Hassan. Eso despertó el último resquicio dormido de la cazadora que llevaba dentro. O tal vez el último rescoldo de mi demoníaca esencia. Y tuve sed. Él lo vio, vio mi ansia de matar, mi deseo de segar su vida, el poder que yo tenía, y tembló. Ya no estaba seguro de sí mismo. Una pena que no se hubiera dado cuenta antes. -Sabes Hassan, no me importaría dejarte marchar si las circunstancias fueran distintas, pero -di un paso más hacia él –me temo que eso va a ser imposible.
-¿Por qué?- Seguía con las uñas fuera y con sus colmillos despuntando tras sus labios. En él quedaba la esperanza de salir airoso de nuestro encuentro. Nada más lejos de la realidad.
-Verás, has desobedecido a Lucian, -avancé unos cinco centímetros –y siento un gran aprecio por él. Somos amigos. –Hassan abrió más los ojos. –Has osado no obedecer una orden de Chris, -gesticulé un no con uno de mis finos dedos, cuando dio un paso atrás para salir corriendo. –Y sí te vuelves a cruzar con él y le dices que tú y yo hemos estado hablando, me veré metida en un lío. No es que me importe lo más mínimo lo que te vaya a pasar a ti, pero no quiero que se enfade conmigo.
-O sea, ¿qué le temes?- Dijo creyendo ver un punto débil en mí.
-¿Temer? ¿A Chris? –Rompí a reír. Mi carcajada lo asustó. –No, no es eso. Le prometí que me portaría bien, y que no iría de caza mientras él estaba fuera. Y, obviamente, no estoy cumpliendo mi palabra.
Hassan seguía sin entender del todo. La incomprensión se dibuja perfectamente en su hermoso rostro.- ¿Prometido?
-Sí. Verás hay algo que deberías saber. El domingo, cuando te cruzaste con Chris, en el bosque, yo estaba allí. –Di un paso más, tensando los músculos para saltar. –Y él lo sabía. De hecho, Chris te hubiera matado sin contemplaciones, de no haber estado yo agazapada tras el árbol dónde él se apoyaba. Es muy protector. –Me moví tres centímetros más. Estaba lo suficiente cerca como para que no le diera tiempo a nada, antes de que yo saltara sobre él. El deseo de matar era muy fuerte en mi pecho. El olor a miedo me quemaba la garganta. Se me hizo la boca agua.
-¿Protector? –Hassan estaba absolutamente paralizado por el miedo y la curiosidad. Me relamí los labios. Iba a ser tremendamente fácil acaba con aquel niño.
-Sí. Él es,… ¿cómo llamarlo?… excesivamente protector con aquello que ama. Y a mí, me ama, al igual que yo a él. Por eso no cumplí mi cometido. Somos… ¿cómo lo llamáis?… pareja.
-¿Pareja?- Musitó alucinado. –El más mortífero de nosotros y la más letal de los cazadores.- Pensó
-¿Bonita pareja, no crees? ¿Te contó Jake con qué me crearon? Eso explica que yo sea tan buena.
-No.- Aquel inmortal ser estaba completamente aterrorizado. –Sólo me dijo que tu fuerza, tu luz y tu sangre bastarían para saciarme durante décadas.
-Sí, algo de eso me contó Chris. Pero debió decirte que eso se debe a que fui creada a partir del material genético de Chris, haciendo que adquiriera no sólo la fuerza necesaria para matarlo, sino también su habilidad para la caza y alguno de sus dones.
-No le diré que te vi. A nadie. –Pedía clemencia.
-Lo siento, pero no correré el riesgo. No me gustaría estar tres o cuatro días enfadada con Chris, y tampoco que le fueras con el chisme a Lucian o a Jake. Deberías haberlo pensado mejor. Si desafías a Chris, me desafías a mí. No te dolerá.




Añadir imagen
Añadir vídeo
Eliminar formato de la selección




No hay comentarios:

Publicar un comentario