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miércoles, 11 de mayo de 2011

Regreso (XIV)

REGRESO

Con los plateados reflejos de la luna sobre sus sedosos cabellos, con su inmortal presencia, con su extenuante belleza, con su esplendoroso cuerpo y con su maravillosa y perfecta sonrisa cincelada en su adónico rostro, encontré a mi particular dios de la belleza, a mi bello ángel de la destrucción sentado sobre el alféizar de mi ventana aguardándome. Había regresado, un día antes de lo previsto.

-¡Chris! –Y sin poder remediarlo, me lancé a sus brazos.

Sentí cómo me rodeaba con delicadeza, cómo aquellos ciclópeos brazos me aprisionaban entre ellos, como me envolvían con dulzura. Sus preciosos ojos azules me volvían a mirar con devoción infinita, con amor desmedido. Sentí que me sostenía en el aire, con mis pies colgando un palmo del suelo y como sus carnosos y fríos labios me besaban castamente. Pero poco a poco, conmigo aferrada a su cuello, como quien se aferra a la vida, sus besos se tronaron apasionados. Sentí cómo su aliento me cosquilleaba en la garganta, gélido al principio, ardiente al final, abrasándome los pulmones. Sus fuertes manos me seguían sosteniendo por la cintura y a través de la camisa, sentí cómo pasaban del frío al calor. La cabeza comenzó a darme vueltas, debido a la ausencia de oxigeno. Mi corazón emprendió otra de sus frenéticas carreras hacía el colapso y los cientos de hormiguitas y los millones de mariposas volvieron a recorrer mi piel y a inundar mi estómago, febriles y desquiciadas. Sentí que sufriría un colapso, pero entonces, mi inmortal amor, me soltó.

(...)

-He cometido un error. –Y mi corazón se detuvo durante una milésima de segundo cuando creí que se refería a su vuelta. ¿Eso era lo que había significado ese último beso, una despedida? Leyó la angustia en mis ojos y me tranquilizó. -¡Sh! Tranquila mi amor. No es eso. Yo…verás… -Le acaricié la mejilla. Sus brazos me envolvieron de nuevo en una fría prisión que me parecía un paraíso. –Kara, he matado. –Y enterró su adónico rostro entre mis cabellos escondiendo su culpa y su vergüenza, su angustia y su temor.


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