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martes, 14 de junio de 2011

La Llama del Ángel (Capítulo XIII)

  Estaba tirada en la cama, abrazada al gélido torso de Chris. Ni siquiera el contacto con su frío y desnudo pecho sofocaba el calor que sentía. El aire acondicionado marcaba que la habitación estaba a quince grados, pero yo seguía sudando. Y encima las prescripciones médicas de Helia me impedían disfrutar de ese espléndido cuerpo que tenía mi marido.
  -Toma.- Me dijo Chris pasándome un vaso de agua con hielo. Me lo bebí de un trago.
  -Como no pase pronto esta ola de calor, voy a parecer un pollo sudado y maloliente.- Me quejé. Mi humor empeoraba por momentos.
  -Lo cierto es que es muy raro que haga tanto calor a primeros de Junio. En el noticiero han dicho que no durara mucho más.- Me envolvió un poquito más entre sus brazos.- ¿Mejor?- Me preguntó.
  -Estaría muchísimo mejor de otra forma.- Y le lancé una socarrona mirada.
  -Eres increíble.- Y me besó con dulzura. Porque sabía demasiado bien que si me besaba con un poco más de intensidad, mis ya de por sí disparadas hormonas, se revolucionarían y, Helia nos había prohibido mantener relaciones sexuales.- Ibas a sudar más si nos pusiéramos a hacer eso.- Me susurró al oído.
  -Probablemente. Pero también me divertiría más.- Y le saqué la lengua burlándome de él.
  -De verdad amor, no sé que voy a hacer con tus hormonas.
  -Ni yo. ¿Me preparas un baño frío, por favor?- Dije quitándole hierro al asunto.
  -Hecho.- Dijo mientras se levantaba de un salto y desaparecía por la puerta en menos de una milésima de segundo.
  Me sumergí en aquella fría e improvisada piscina. Chris seguía a mi lado, sentado como una irreal y hermosa estatua en una silla. Me observaba con amor y, con demasiada pasión. Su ardiente mirada recorría las curvas de mi desnudo cuerpo.
  -Deja de mirarme así.- Le gruñí. Ya tenía las hormonas bastante revueltas para que me mirara de esa forma.
  -Es que estás sexy.- Me dijo sin obedecerme.
  -¿Sexy? ¿Con este pedazo de melón que me ha salido de la noche a la mañana?- Asintió.- No te burles, quieres.
  -No me burlo.- Me replicó mientras se arrodillaba a mi lado.- Te queda muy bien.- Y a través del agua me acarició la barriga. Sentí una patada que me dejó sin aliento.
  -¡Ay!- Me quejé.- ¿Queréis estaros quietos de una vez?- Les dije a mis hijos como si pudieran oírme. Me sentí estúpida al instante siguiente. Me recosté de nuevo y traté de recuperar el aliento. Chris se volvió a sentar en la silla. Esta vez su mirada no era apasionada. Era de preocupación.
  -¿En qué piensas?- Le dije al observar su ausente mirada.
-Me preocupa el rápido crecimiento de los bebés. Temo que te causen alguna lesión interna.- Fruncí el cejo. ¿A qué venía eso?
  -Por eso Helia nos ha dicho que nada de sexo, ¿verdad?- Simplemente asintió. Lo que me faltaba, que Chris se preocupara aún más. Me deslicé por la bañera y al cabo de dos segundos salí con todo el pelo chorreando.
  -Chris, no hemos pensado en qué nombres les vamos a poner.- Acaricié mi prominente barriga. Mis hijos no se molestaban cuando yo lo hacía. Era como si supieran quién acariciaba el vientre donde ellos se alojaban.
  -¿Qué nombre te gustaría?
  -Bueno, no sabemos si son niño o niña, pero si fuera una chica me gustaría que se llamara Jade.
  -¿Jade?- Asentí.- Es bonito.- Escudriñó mi rostro con sus ojos.- ¿Tiene algún por qué ese nombre?
  -Desde luego me conoces mejor que nadie.- Refunfuñé. Me daba mucha rabia que ni siquiera necesitara meterse en mi cabeza para saber que pensaba en algo.- Verás, el jade es de color verde, y el verde representa la esperanza. Confío en que nuestros hijos sean la esperanza para que todo esto acabe.
  -¿Qué es todo esto?- Preguntó con un hilo de voz.
  -La absurda caza indiscriminada que ha iniciado Jake y el no contar con el incondicional apoyo de los guardianes. Me frustra no tener a Alexander de nuestro lado.
  -No intervendrán hasta que sea el momento oportuno. Pero hay más, ¿cierto?
  -Sí. No sé qué pensará Alice de esto.- Dije señalando mi abultada barriga.- Y no sé porque pero creo que su opinión es muy importante.
  -A mí también me preocupa su reacción.- Confesó arrodillándose de nuevo a mi lado.- Pero tú no te preocupes. Ya solucionaremos eso.
  -¿Has sabido algo de ella?- Froté suavemente su frente cuando dije eso. Dos gotas corrieron por su cara como si fueran dos cristalinas lágrimas. Me hizo preguntarme si alguna vez en su vida anterior había llorado.
  -Está con Jake, entrenando a los nuevos cazadores. Charles está con ellos, pero sin recordar nada de nada. Le borraste de una forma muy efectiva la memoria. 
  -Me preocupa que Jake la descubra.- Confesé mientras le indicaba con la mano que me pasara la toalla. El agua había dejado de estar fría.
  -Estamos hablando de Alice, cariño. Esa chica es un torbellino, inteligente, rápida, astuta, fuerte y sigilosa. Yo me preocuparía más por otra persona que por ella.
  -Parece que la conoces muy bien.- Me enrollé con la toalla y salimos al dormitorio.
  -Me picó la curiosidad.- Confesó con voz traviesa.- Así que me pasé un día entero vigilándola y la vi en sus sesiones de entrenamiento. Tendrías que haber visto al tipo que se metió con ella. Acabó con dos costillas rota y el hombro dislocado. Y el tipo en cuestión era igual de grande que Keinan. 
  -¿Alice hizo eso?
  -Sí.- Dijo Chris mientras me ayudaba a ponerme los zapatos. Había perdido algo de flexibilidad, pero todavía era capaz de vestirme por mi misma.
  -Tienes que dejar de mimarme tanto. No estoy inválida.- Me quejé.
  -Me gusta mimarte.- Y me besó.- He decidido seguir el consejo de Helia y disfrutar de esto. ¿Vamos?- Dijo ofreciéndome sus manos para que me levantara.
  En el salón había un bullicio enorme. Andros y Olimpia se dedicaban a meterse con Keinan y Trizia, haciéndole comentarios de lo más picantes. Al final la paciencia de Trizia se agotó y acabó lanzándole el plato de la ensalada a Andros. Acabó salpicado de lechuga y aceite mientras Keinan se desternillaba sobre la silla.
  -Te lo has buscado.- Le espetó mi prima a su nuevo cuñado.- Y que conste que me estoy pensado lo de ir a dar una vueltecita por vuestra cabaña.
  Me senté al lado de Trizia y le hice una mueca burlona a Andros. Ya había sufrido en mis propias carnes sus comentarios, pero jamás se me ocurrió lanzarle nada a la cabeza. Aplaudí mentalmente a mi prima por su gesto. Andros empezaba a necesitar que alguien lo pusiera en su sitio.
  Almorzamos en paz, ya que Olimpia y Andros se fueron a su cabaña. Mamá y Victoria nos acompañaron. De pronto un pensamiento corrió por mi cabeza.
  -Chris. ¿Cuánto hace que no vas de caza?
  -Tres semanas, ¿por qué?
  -Porque ya va siendo hora, ¿no te parece?- Había conseguido prolongar sus expediciones de caza, pero yo sabía que él necesitaba salir a comer. En su mirada vi el claro reflejo de que no tenía ni la más mínima intención de hacerme caso. Así que opté por otra vía.- ¡Lucian!- Grité.
  -¿Me llamabas?- Salió de la biblioteca, donde seguía Drake enfrascado en la búsqueda de mi inmortalidad sin que mi luz dejara de brillar.
  -Sí. Quiero que te lleves esta noche a Chris de caza.- Y me metí el trozo de bistec en la boca.
  -Kara, no voy a ir. De momento estoy bien.- Me replicó Chris.
  -Por supuesto que te vas.- Conseguí decir entre bocados.- No sabemos a qué nos enfrentamos y tienes que estar fuerte. Punto y final de la discusión.
  -¿Creí que eras tú el que llevaba los pantalones?- Le comentó burlonamente Keinan a Chris. Le lancé el salero a la cabeza, pero Chris lo atrapó antes de dar en la diana.
  -Cariño, hoy estás de un humor de perros.- Me riñó Chris.
  -Ya sabes por qué.- Dije encarnado una ceja.
  -Está bien, tú ganas, esta noche me voy con Lucian de caza. ¿Satisfecha?
  Lo cierto es que me iba a satisfacer más otra cosa, pero el médico de la familia me lo había prohibido, así que me limité a asentir.

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